La fiesta se desató en el Estadio Luis Franzini: Central Español es equipo de Primera División. El empate 0-0 ante Albion no solo le dio el punto necesario para asegurar el segundo cupo de ascenso directo, sino que culminó un ascenso meteórico que lo devuelve a la máxima categoría del fútbol uruguayo después de 12 años.

Este logro no es casualidad; es el resultado de un proceso donde la gestión del plantel y la identidad de juego fueron pilares fundamentales.
La Mano de De Ambrosio y una Riqueza de Plantel
El éxito de Central Español se cimentó en la labor de su entrenador, Pablo De Ambrosio, quien supo maximizar el potencial de un grupo que demostró una riqueza y una profundidad notables a lo largo de toda la temporada.
De Ambrosio infundió al equipo una solidez defensiva inquebrantable y un juego ofensivo directo y vertical. Esta identidad frontal fue crucial para imponerse en los encuentros más difíciles y mantener la calma en el tramo final del torneo.
«La estructura defensiva y el orden táctico que De Ambrosio supo imprimir fueron el motor que nos llevó hasta aquí. El equipo fue una muralla cuando lo necesitó y letal cuando atacó».
La Consistencia desde el Arco hasta el Gol
Más allá del trabajo colectivo, las actuaciones individuales fueron determinantes. La consistencia fue la norma, destacando la columna vertebral del equipo:
- Seguridad en el Arco: La valla defendida por el experimentado brasileño Rodolfo Alves fue un seguro de vida, brindando la confianza necesaria a la última línea.
- Poder Ofensivo: En ataque, la dupla compuesta por Jairo Villalpando y Raúl Tarragona fue fundamental. Su capacidad goleadora y de desequilibrio generó la mayoría de las conquistas que impulsaron al equipo Palermitano a la cima.
En síntesis, Central Español demostró ser, junto a Albion, uno de los mejores exponentes del año. El ascenso se justifica plenamente por su consistencia, su solidez en el planteo y la gestión exitosa de su director técnico, sellando su lugar merecido en la Primera División.




